Como te lo cuento:: February 2007

Thursday, February 15, 2007

¿CÓMO NACIÓ ”PUZZLE”?

Escribir es algo que a veces, simplemente, hay que hacer. “Puzzle” nació de él, o mejor dicho, de nosotros. Después...o antes, ya no recuerdo, llegó el poema de Irene Sánchez Carrión. Sí, ahora lo tengo: primero el verso, luego nosotros:



Vienes
Detrás de mí.

Puedo
sentir tu aliento
en mi espalda.

Estás
Detrás de mí.

Vas
Recogiendo todo
Lo que dejé caer
Porque ya no importaba,
Porque cambié de idea,
Porque pasó el momento.

Vienes,
estás
detrás de mí
y todo lo recoges.

Después,
entre tus manos,
tras unir los fragmentos,
aparezco.


La discusión estuvo desde el final y llegó exactamente al principio. Pero el caso es que el puzzle lo trajo él, ya lo he dicho. Y yo soy una de esas personas que siempre devuelven lo que no les pertenece.

Wednesday, February 14, 2007

AGUA

Se despierta en silencio. No todo el mundo sabe hacerlo. Se busca con los dedos para encontrarse en el crujido del pecho que se encarga a diario de recordarle que hoy es otra vez hoy. Pelo casi azulado, ojos rubios, mohín perenne en los labios. Cría de braga rota y sostén usado. Timidez estéril avanzando a ciegas por un pasillo de agua. Llega al baño presintiendo ya la vergüenza que le muerde los muslos, y se observa, toda pierna y sangre nueva. Tibieza roja que la asusta. Fuera suena Venecia, única.

Creció en el agravio de una plaza sin plumas. Existen pocas plazas sin palomas, y merecen sin duda ser descritas bien. Fue a nacer en esa ciudad del mundo en que el cielo y la tierra son del mismo color. Inapropiado horizonte que hasta los pájaros confunden. Por eso hacen suyas las calles líquidas, y se hacinan obscenos entre su propio orín. Techo negro de ala negra que lo invade todo....excepto una glorieta en el centro mismo de una urbe que quizá no merece el calificativo. Inexplicablemente vacía y real. Allí unos pies diminutos pasaron su infancia asomando bajo una manta siempre demasiado corta, áspera.

Comenzó como juego y terminó convirtiéndose en obligado ritual. Se quedaba en la cama hasta que era capaz de escuchar el primer graznido del día. Había entonces salvación. Si era capaz de traspasar, aunque fuera sólo con el umbral auditivo, las fronteras de aquel espacio ilimitado y sin embargo finito en el que crecía encerrada, entonces la había. Sobrevivió así al holocausto de sus primeros años como la pequeña de cinco hermanos. La última, la hembra, la débil. Desarrolló un temprano e irracional pánico al agua, que se apresuró a compensar estudiando las aves con devota obsesión. Al poco tiempo era tan experta en ornitología como en esquivar canales, góndolas, gotas de lluvia. Dejó pasar tardes como trenes que parten llenos de promesas, sentada en el tejado, lejos del líquido incoloro y cerca del cielo, entre dos azules. Sola.

Al ser preguntada respondía que miraba el arriba. Se imaginaba nadando en ese desierto acuoso, lleno de nada. Espasmos de cristalino para enfocar el punto en las tejas. Quizá una niña sentada en el centro mismo de su jaula sin pájaros. Quizá desea volar, quizá incluso llora. Puede que sólo sea la adolescencia que se le despereza en las tripas. Algunos creen que aún estando entre nubes, suspendida muy alto, se adivina el momento en que alguien a tus pies prueba a los doce años la insatisfacción por vez primera. La hembra, la débil, la última.

Es la noche roja. Se alza la mujer de dentro y arropada queda en la cama la niña que es. Sube. Aún no ha llegado pero ya sabe que están. Por vez primera oye fuera de su cabeza aquello que lleva años perforándole los tímpanos y estirándosele dentro como si quisiera romperle los pies y el pelo. Sube. Los cristales deformados por el ruido y el líquido le hacen olvidarse del arañazo granate que le abrasa la cara interna de las rodillas. Agua enloquecida fuera, agua dentro. Sube porque no puede no hacerlo. Se para frente al silencio que todo sonido ensordecedor lleva debajo y abre entonces la ventana que da al cielo. Nunca el negro fue tan negro. El chillido de miles de gargantas desgarradas se le clava entre los ojos. Son los pájaros.
Camina mientras el calor de su primera lluvia le abrasa el rostro y las uñas. Ya no hay miedo; ¿por qué habría de haberlo?. Se detiene sólo cuando lo hace el suelo. Debajo el cielo, arriba el fondo y entre sus piernas el mar. Avanza apartando las plumas que se le meten en el vientre, y en los labios, y en el pelo. Quizá desea volar, quizá incluso llora…y en algún sitio suena Venecia, única. Es entonces cuando ella, última, hembra...¿débil?, se eleva y suspende un instante en un azul que ya no viene de ningún sitio, para después caer, por fin, directamente hacía arriba.

Sunday, February 11, 2007

PARADOJAS

Un tipo me contó el otro día que su gran lucha por la Paz Mundial concluyó en el momento en que se atrevió por fin a invadir una ciudad. “No sabes el alivio que se siente”-me confesó-“Lograr por fin algo en lo que siempre has creído”.

Tras el desconcierto inicial, tiré todos mis libros de autoayuda a la basura y dediqué el resto de la jornada al estudio de esa cosa que suena al otro lado de la ventana y al que algunos llaman “mundo”. Al principio me costó tener una buena visión del conjunto, probablemente por la cantidad de muertos que La Religión, en su defensa encarecida de La Vida, ha ido dejando por ahí tirados por los siglos de los siglos amén. Sin embargo, pronto aprendí a regular las lentes de este nuevo prisma opaco a través del cual se hacía la luz. Noté (¡no pude dejar de notar!), que la mayoría de las revoluciones universitarias actuales son llevadas a cabo por gente que jamás ha pisado una aula y que muchas de las prácticas intrahospitalarias empeoran al enfermo en vez de curarlo. Dejando a un lado a los cientos de dictadores que están donde están en nombre de la democracia, me topé con los que emplean todas y cada una de las horas del mes en conseguir un sueldo con el que llegar al fin del mismo. El mejor ejemplo de esta Verdad que, espontáneamente, como muchas formas de reproducción, se reveló ante mí, se obtiene sin duda del mundo de La Política. Allí es donde La Satisfacción Mayúscula, la ideal, la buscada antaño por Platón, se muestra íntegramente desnuda y lista para el acto sexual. La fórmula consiste en convertir la acción, matemáticamente opuesta a la sentencia pronunciada, en titular de primera plana. Prepárense a degustar manifestaciones a favor del "No Diálogo" convocadas por Asociaciones Antiterrorismo y matrimonios homosexuales protagonizadas por aquellos que presentan recursos contra esa misma práctica. Si todavía no se han acostumbrado a esa sensación imprecisa que recorre todas sus glándulas y esfínteres, tranquilícense, aún quedan amantes celosos que engañan a su pareja, leyes para el pueblo hechas sin el pueblo y defensores del más férreo celibato con una extraña predilección por predicar su doctrina entre menores de edad. Digo yo que esto mismo hace que el hielo, en su afán de helar, a veces queme, la luz más intensa ciegue o sea en la multitud donde la soledad se presente con más fuerza que nunca. Comprendo ahora que no hacer nada te deje exhausto, que los mejores besos sean los que estás por dar o que el sueño sólo se reconozca una vez despierto.

Y sin duda explica también que “el deseo de estar juntos sea lo que nos separe”...o que yo ya sólo sea yo cuando estoy contigo.

Saturday, February 10, 2007

CRÓNICA DE UN DÍA


8:00. DESAYUNO

Es difícil saber cuándo empiezan las cosas. El principio es algo que se caracteriza por reconocerse a posteriori. Pasa como con la felicidad. Un comienzo es un instante, e instantes transcurren mientras escribo esto. Acunándome en la experiencia, arriesgo. Tachón. Pese a la experiencia, arriesgo, porque creo que es lo que deben hacer aquellos que no pueden perder nada. Siempre me sentí orgullosa de una cualidad que al convertir en reglón escrito destruyo. La de saber cuando no pensar. La de dejar de usar, como si fuera para siempre, esos verbos que aparecen en las páginas de economía de los periódicos: sopesar, estimar, prever .

12:00 APERITIVO LIGERO.

Y es que hay gente que parece empeñada en comer aunque no tenga hambre. Por otro lado estoy yo, que por lo visto “atiborro”. Y no me refiero a alimento, ni nutro, ni siquiera cebo. Se ve hay personas que vamos por la vida metiéndoles a los demás la papilla en la boca. Y a estos, después del atracón, ya no les queda otra que trasformarse en bulímicas y vomitivas conciencias. Eso me convierte en un ser anorexígeno. Visto y releído podría ser peor, claro. Mi psicóloga dice que la solución es evidente. Dejar de hacerlo. Soy inmediatamente informada del significado de la frase anterior. Dejar : “Soltar una cosa. Renunciar a ella. Abandonar. Consentir, permitir”. También “faltar, desaparecer o ausentarse”.
Ahora camino devorándolo todo...entre bocas huecas, sin lengua, ni saliva, ni chirriar de dientes. Curiosamente sigo perdiendo peso.

14:30 ALMUERZO.

Una vez conocí a un tipo que hacía el amor como quien hace análisis de “Minimización de costes”. Se sentaba en la mesa del despacho de su relación cual gerente al mando de un hospital. Convertía las caricias en escáneres cerebrales, los besos en endoscopias quizá no indicadas, las esperas frente a teléfonos que no suenan en costes indirectos por absentismo laboral. Después traducía todo ello en años ganados, calidad de vida, morbilidad sentida, etc. Y finalmente, sin siquiera acusarlo con un fino movimiento en las aletas de la nariz, parte del cuerpo ésta indudablemente creada para dar rienda suelta a la tensión generada al desempeñar ciertas actividades administrativas de contenido desagradable, toda su situación amorosa venía convertida en euros. Catapultada en la base de datos, estigmatizada en cifras...redondeada sin piedad.
Todavía mantengo incaduco el estupor que experimenté al enterarme de que los gerentes no son nunca médicos.


16:30 CAFÉ.

Rompió la puerta de cristal de una única patada. Trozos de vidrio sesgando la tela del pantalón como trenes de vapor en un campo de trigo. Esperó, sangrando pacientemente, la llegada del escándalo y no pudo evitar sorprenderse cuando el único en acudir fue un mensaje que venía de lo más profundo de ese país fronterizo al que algunos llaman “Lucidez”: “No sabemos por qué lo haces. Quizá tú lo sepas, pero eres el único. Abundan los que viven sumidos en problemas exclusivamente porque nunca se han tomado el tiempo necesario para explicarles a los demás que es lo que falla”. Al terminar de hablar, sopesó cuidadosamente la textura y sabor de sus palabras, y, después de encontrarlas inusitadamente acertadas, se las guardó en el bolsillo dándose cuenta de que el verdadero destinatario era sin duda su hija. Durante el resto de la jornada se llevó varias veces la mano a la parte de la chaqueta que las envolvía, sólo para asegurarse de que seguían ahí, disponibles. Al llegar a casa entró directamente en el cuarto de ella y las esparció por la almohada, segura de que no hay mensaje mejor que el dirigido al oyente necesitado. Es sorprendente el resultado que puede tener una patada dada en el lugar correcto.


19:00 CAÑAS.

Lo había escrito y ahora no sabía como usarlo. Decía: “Esta mañana, al coger el periódico, un poco de tinta se me ha quedado pegada a los dedos, y después, mientras hacía la cama, parte del negro se ha depositado en las sábanas. Al releer el párrafo del que proviene la mancha he comprobado que habla de aquel pueblo que quedó años atrás sepultado por las aguas del pantano vecino, ¿te acuerdas?. Así que ahora, cuando duerma, una parte de mi va a encontrarse ahí bajo, nadando entre las casas repletas de peces y teléfonos y grifos que se olvidaron de cerrar”.

21:00 CENA.

Repasando el día me sentí más cerca de aquellos que siendo siempre vecinos modelos y modélicos, trabajadores sociales modelos y modélicos, estudiantes ídem e ídem, un día cogen la escopeta de su padre (probablemente merecedor de los mismos dos adjetivos que su vástago) y acuden al Corte Inglés con el único objetivo de modificar ese trozo de piel sin nombre que lucimos entre las cejas. Es lo que tienen las balas: generalmente modifican cosas.



23:30 PENSAMIENTOS QUE APARECEN AL CERRAR LOS OJOS.

Existió hace poco un punto final que creció convencido de ser punto y seguido. La naturaleza del error no deja de ser desconcertante, y al conocer los detalles de la historia no pude por menos que preguntarme como pudo un trastorno así pasar desapercibido tanto tiempo. El protagonista vivió su disociada existencia corriendo de un texto a otro con la lengua fuera. Al llegar a, lo que él creía, era el momento álgido de la historia, se zambullía en ella dispuesto a hacer su trabajo como mejor sabía. Se hinchaba de orgullo, más redondito que nunca, y mientras con una mano agarraba esa fila de hormigas muertas cargadas de significado, extendía la otra en espera de una frase magistral que resolviera el cuento, la trama, el mundo. ¡Pobre, pobre punto y final!. En el mejor de los casos no aparecía nadie, y él volvía a casa asumiendo que la responsabilidad era suya por acudir siempre tarde. Es curioso la cantidad de gente que va por el mundo convencida de no llegar nunca a tiempo. Otras, en cambio, alguna frase trivial que se encontraba en ese momento desocupada, cometía la torpeza de engancharse al tren sin destino, confundiendo inevitablemente a otras, en su mayoría lugares comunes, refranillos y demás accidentes gramaticales con pocos estudios, hasta formar lo que el diccionario definiría como “auténtico malentendido”. El fracaso (palabra que lleva adherida de por sí la cualidad de ser “estrepitoso”) era en estos casos, además, devastador. Y es que nunca se ven tantos heridos en la campo de batalla como cuando alguien se olvida de poner el punto final...en los finales.