Como te lo cuento:: Y si las partes del cuerpo fueran prendas de vestir...

Thursday, August 17, 2006

Y si las partes del cuerpo fueran prendas de vestir...

¿Quién no ha querido alguna vez ser una mujer con pene?. ..

Imagínense un mundo, damas y caballeros, en el que ser dama o caballero se eligiera por las mañanas, después de abrir el armario. Uno miraría por la ventana, preguntándose si llueve o hace sol y murmuraría distraído : “Esta ola de calor me viene de perlas para estrenar mis piernas nuevas...lástima que las manos a juego se estén lavando!”.

Las tiendas de objetos corporales rivalizarían entre ellas ofreciendo nalgas de diseño, labios impermeables y escotes reversibles. Híbridos formados por vaginas y penes crearían religiones de misóginos que renegarían de todo contacto social por ser autosuficientes. Sus únicos filtreos con la realidad se reducirían a julio y enero, cuando el período de rebajas les permitiera comprar atributos nuevos una vez que los suyos hubieran perdido el color por el uso.

Transeúntes distraídos encontrarían pies extraviados, impares, que recorrerían las calles heladas buscando desesperadamente su otra mitad. Algunos, con el tiempo, aprenderían a vivir en solitario, convirtiendo en desperdicio humano su abominable existencia amputada. Otros, de mente más abierta, probarían emparejamientos dispares con accidentes corporales de otra naturaleza; así, encontraríamos sociedades de pies y manos agrupadas en torno a ingles desgastadas, fanáticos ombligos sin dueño siendo gobernados por cráneos faltos de cerebro, uñas postizas acoplándose con peludos dedos gordos y narices estrechando entre sí sus agujeros con lascivos movimientos.

La palabra “belleza” quedaría obsoleta, y ya sólo se hablaría de “estilo”. Las modas presentarían ojos azules, miembros angulosos o espaldas con lunares según la estación o tendencia de la temporada. Existirían tintorerías de precios exorbitantes, destinadas exclusivamente a planchar pieles caras con arrugas o quitar esas manchas de nacimiento que no salen en casa por mucho que frotes. Los conductos auditivos y demás agujeros se venderían en las tiendas de “Todo a un euro” por la mala calidad de sus materiales, o quizá en las droguerías por considerarse un objeto de aseo diario.

Cualquiera puede darse cuenta de la importancia que adquirirían los guardarropas de discoteca. A nadie le da igual que le devuelvan un abrigo que no es el suyo, pero sólo un loco aceptaría no recuperar su propio flequillo (que dejó colgado porque al principio de la noche se le metía en los ojos nuevos), que en vez de sus diez dedos “Made in Italy” le dieran los de alguien que se muerde las uñas o unas manos cuyas líneas predicen un destino distinto al deseado.

El “Reciclaje y reinvención del cuerpo” sería materia obligada en todas las escuelas; parte de los productos agrícolas y ganaderos quedaría destinado a la creación de los humores corporales, y los mejores químicos nacionales trabajarían día y noche para conseguir olores, sabores y tactos cada vez más perfectos, más reales, más humanos.

En vez de “echar una mano” regalaríamos dos; compraríamos “hombros sobre el que llorar”y los almacenaríamos en la despensa; cerraríamos las bocas de repuesto para que no entraran moscas y tendríamos “ojos que no ven” en todos los cajones.

En el Gobierno, éste intercambio feroz de fenotipos daría lugar a auténticos bacanales: los políticos se cambiarían esa máscara antiguamente llamada “cara” después de cada discurso y por sus labios de negocios saldrían sólo frases hechas a medida. Sus pupilas construidas con la fibra óptica de las mejores gafas de sol harían su alma aún más inescruptable y el contorno “modelo-único” de sus mejillas compondría siempre en su rostro una sonrisa de engañosa transparencia.

Filósofos, poetas y demás defensores de la mente acabarían convirtiéndose en seres marginales de una sociedad que los tacharía de superficiales, materialistas y retrógrados.

Ay, señores, señoras y aquellos que serían ambas cosas a la vez: cómo se revalorarizaría la apariencia externa, que papel destacado el de lo físico...¿dónde quedaría relegado el cerebro?. Pobre órgano oculto entre esos 20 huesos fusionados en los tiempos en que la palabra “evolución” no era un concepto susceptible de ser mejorado por un pionero diseñador o un sastrecillo hábil. Se hablaría del cerebro, esa única víscera no intercambiable, con la misma vergüenza velada con la que admiten algunas haberse operado las tetas. Con el tiempo, pues, se atrofiaría, convirtiéndose en un mero piloto automático encargado de regular esfínteres, transformar sangre en orina y hacer latir corazones. La “Era del Cuerpo” habría llegado.

Pero...un momento, hombres, mujeres y aquellos que ya son ambas cosas a la vez: ¿no les resulta esta historia terriblemente familiar?. ¿No les recuerda acaso a otra leída en algún libro o robada a escondidas de una conversación ajena?. “O quizá”- me grita en silencio esa víscera única, impar, inintercambiable gracias a Dios- “el problema resida en que esta historia inventada se asemeja sospechosamente a aquella prenda de vestir de tela gruesa y cuello vuelto, que aún resultándote incómoda te resistes a tirar...y continúas llamando vida real”.

1 Comments:

Blogger Corfa said...

Y luego soy yo el fumao.

Me ha gustado mucho. Yo seguramente me "mujerearía" (signifique lo que signifique) y me enamoraría de mi mism@.


Cor.

7:21 AM  

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