PEQUEÑOS MITOS
PANDORA
Mucho antes de hoy, a los 15 años, se tatuó el apodo que usaba para chatear en Internet en el culo. Las 3 primeras letras en un glúteo, las 4 restantes en el otro. “Lo importante es saber mover los dos al mismo tiempo” – explicaba sonriendo a los clientes del Shaigon, el bar donde trabajaba al salir del instituto. Pandora llevaba las uñas y las medias azules, bragas a veces y la tentación asomada detrás de cada palabra. Su única desgracia fue gustar a todos demasiado pronto.
Hoy, Esperanza García Toledo usa su verdadero nombre para citarse en mi consulta. Tiene carga viral indetectable y el osito de su hijo pequeño saliéndosele del bolso, de modo que el VIH se le nota sólo en los ojos. Su palabra es firme, su silencio también y a veces se le escapa una media sonrisa que no viene a cuento. Lleva las uñas rectas y sin brillo, a lo maestro de escuela, y al mirárselas no puedo evitar imaginarme sus manos a los 15 años, abriendo la caja.
ÍCARO
Existe un sitio en el mundo donde no se puede llorar. Puede ser muchas cosas, pero es sin duda un lugar sin lágrimas, el de la caída libre. Hay algo asfixiante en el modo de acercarse al suelo, en el modo de tragarte el aire, en el absurdo abrazo a quién te ata en su vientre. Confías de un modo primitivo. Curiosa forma de amor. Descorren la puerta del avión y recuerdas que no viste quién plegó el paracaídas. Te acercas al aire abierto, y ah, sí, ya sé, el chico bajito. Te pareció joven, te regañas: ¿Cómo no preguntaste?. Te sostienen en el vacío durante unos minutos. Repasas a tu monitor: más de 1500 saltos; a veces hasta 10 al día, dijo. La certeza de tu estupidez es tan vasta como los 5.458 metros de altura. ¿Elegí yo hacer esto?. Y después del empujón viene el sentir que se te sale todo el cuerpo por la boca, o que sólo eres boca, o que sé yo. Nunca pensaste tanto en ti misma, ¿a qué no?. Se te pasa por la cabeza que lo más falso en el cine son las muertes inmediatas. La gente es lenta para todo, hasta para dejar de respirar o caer. Te tocan, alguien te toca en la espalda. Es el hombre al que pagaste para que cayera contigo, para que pudieras jugarte la vida un viernes por la tarde.
En septiembre salté desde más de 5000 metros de altura. Hace apenas un mes J. A, instructor de paracaidismo de la escuela, sufría una hemorragia intracraneal tras un salto que le provocó la muerte. Jugaba a volar todos los días. Estoy segura de que no lloró.
Mucho antes de hoy, a los 15 años, se tatuó el apodo que usaba para chatear en Internet en el culo. Las 3 primeras letras en un glúteo, las 4 restantes en el otro. “Lo importante es saber mover los dos al mismo tiempo” – explicaba sonriendo a los clientes del Shaigon, el bar donde trabajaba al salir del instituto. Pandora llevaba las uñas y las medias azules, bragas a veces y la tentación asomada detrás de cada palabra. Su única desgracia fue gustar a todos demasiado pronto.
Hoy, Esperanza García Toledo usa su verdadero nombre para citarse en mi consulta. Tiene carga viral indetectable y el osito de su hijo pequeño saliéndosele del bolso, de modo que el VIH se le nota sólo en los ojos. Su palabra es firme, su silencio también y a veces se le escapa una media sonrisa que no viene a cuento. Lleva las uñas rectas y sin brillo, a lo maestro de escuela, y al mirárselas no puedo evitar imaginarme sus manos a los 15 años, abriendo la caja.
ÍCARO
Existe un sitio en el mundo donde no se puede llorar. Puede ser muchas cosas, pero es sin duda un lugar sin lágrimas, el de la caída libre. Hay algo asfixiante en el modo de acercarse al suelo, en el modo de tragarte el aire, en el absurdo abrazo a quién te ata en su vientre. Confías de un modo primitivo. Curiosa forma de amor. Descorren la puerta del avión y recuerdas que no viste quién plegó el paracaídas. Te acercas al aire abierto, y ah, sí, ya sé, el chico bajito. Te pareció joven, te regañas: ¿Cómo no preguntaste?. Te sostienen en el vacío durante unos minutos. Repasas a tu monitor: más de 1500 saltos; a veces hasta 10 al día, dijo. La certeza de tu estupidez es tan vasta como los 5.458 metros de altura. ¿Elegí yo hacer esto?. Y después del empujón viene el sentir que se te sale todo el cuerpo por la boca, o que sólo eres boca, o que sé yo. Nunca pensaste tanto en ti misma, ¿a qué no?. Se te pasa por la cabeza que lo más falso en el cine son las muertes inmediatas. La gente es lenta para todo, hasta para dejar de respirar o caer. Te tocan, alguien te toca en la espalda. Es el hombre al que pagaste para que cayera contigo, para que pudieras jugarte la vida un viernes por la tarde.
En septiembre salté desde más de 5000 metros de altura. Hace apenas un mes J. A, instructor de paracaidismo de la escuela, sufría una hemorragia intracraneal tras un salto que le provocó la muerte. Jugaba a volar todos los días. Estoy segura de que no lloró.
5 Comments:
La madre de dios, me has dejao patidifusa.
¡Las cosas que hace en el cerebro una decarga de adrenalina continuada!
Me encanta, pero duerme un poco y hace un exorcismo o algo así para que mejoren tus guardias.
Besos
Vale, acepto el juego de "Vamos a adivinar quién leches es el Nuareg este...", pero DAME UNA PISTA, por favoooorr!!!.
Pero vamos a ver Andreilla, no me puedo creer que alguien tan lista como tú, con tantos talentos atesorados en un cuerpo como el tuyo, no sepa quien leches es Nuareg.
Dado que se trata de un seudónimo, no te voy a revelar aquí, públicamente, mi nombre y apellidos ni mi número de móvil, ni mi DNI, ni mi número de empleado, ni nada de nada.
Bueno, como eres residente, e intelectualmente inferior a mí (je,je,je,je), te diré varias cosas:
1. Soy compañero y amigo de uno de tus líderes carismáticos.
2. Soy muy simpático.
3. Soy muy majo.
4. Soy muy guapo.
5. No tengo abuela, bueno, la verdad es que sí tengo.
6. Me vas a ver esta tarde a las nueve de la noche.
7. Si eres aplicada y estudiosa, a la par que perseverante, nos veremos en Helsinki.
Andreilla, sinceramente, DEBES SABER QUIEN LECHES ES NUAREG.
xD
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