LA PREGUNTA - Una historia verdadera-
De ella recuerdo sobre todo los domingos, cuando se arreglaba para misa y parecía que era el moño el que se había puesto una abuela debajo. Era tan ancha como el banco donde se sentaba a mirar el sol, con un pañuelo azul metido entre los pechos de sandía. A mí y al Tano nos gustaban sobre todo sus lóbulos de las orejas, enormes y rasgados por los años de cargar pendientones inútiles en aquel pueblo de Ávila donde la habían llevado a casar de moza.
Desde pequeño me sacaba a echar la siesta al patio de atrás, para darme dinero a escondidas de papá. Los últimos días que pasamos íbamos casi a diario, como si supiese que estaba por darle el “arrechucho” del que llevaba toda la vida hablando. Me escurría las monedas en la mano una a una, mientras me contaba del abuelo, que se largó hace tanto con el padre de Tano. Subieron a los montes juntos y no bajaron más. Nunca terminé de entender la historia, pero no preguntaba porque a ella se le ponían los ojos igual que en la Noche de San Juan, cuando encendemos las hogueras y el aire se llena de trocitos de fuego y carbón.
En verano nos mandaba a la tienda de Doña Angelines a por los huevos y el pan, y luego me hacía leerle las noticias de La Gaceta una a una. Las esquelas lo primero, recién desayunada, para que le sentaran mejor los bizcochos y la leche con azúcar. Lo internacional después, muy despacio y repitiendo, porque continuamente se le olvidaban los nombres de los presidentes y de los países, y había que explicarle las mismas guerras todos los días, como si fueran nuevas. Su favorita era la sección de sucesos, con mujeres degolladas por exquisitas Katanas japonesas o bebés encontrados en bolsas de basura junto a notas llenas de faltas de ortografía, que a ella se le antojaban de un romanticismo crepuscular que le hacía sonrojarse.
Sólo me arrancó el periódico el día de la boda esa que armó tanto revuelo. Por lo visto, que fuéramos el primer país en autorizar aquello no le hizo ninguna gracia. Le temblaban tanto las manos que me asusté un poco, pero en seguida se metió dentro de casa y no quiso que le leyera más.
El último día del verano fue el último día de todos, pero ni ella ni yo lo sabíamos. Papá estaba ya cargando el coche para volvernos a Madrid y Tano se había adelantado silbando. La abuela lo contempló durante un momento enorme, y luego se sacó del pañuelo azul un billete de los grandes, de los que guardaba en el bote del armario de la cocina y sólo abría en los entierros. Lo sostuvo despacito delante de mi cara, y se inclinó un poco para preguntármelo mejor: “ Y tú, Juan…. ¿no serás también un gay de esos, verdad?”.
6 Comments:
¡Qué bueno! me alegro mucho de leerte, espero poder darte un abrazo pronto,
¿Cuándo has escrito esto tam bueno? ?¿Entre guardias y viajes Australia, pasando por la Plaza de los Limones? Eres increible, pequeñaja. Te quiero.
navegando en ratos de descanso durante el trabajo,he llegado a ste blog. creo q has sido compi mía de clase en teatro inglés I. me llamo Ana...no sé si m recuerdas. SI eres tú,me declaro auténtica fan tuya!!
y sino, también, me alegro de haberte encontrado. Te seguiré leyendo.
bss
Zene y Palo: Esto fueron unos deberes que alguien propuso durante una etílica velada en nuestra Última Cena en el Bar de los Jamones (ambos merecen la mayúscula).
Pregunto, pues: ¿¿¿Dónde está vuestra "Pregunta"?????.
Ana: Qué casualidad!!!. Resistíendome como sólo Dios sabe que me resisto a Facebook, y aun me pasan casualidades cibernéticas de este calibre!. Sí, soy yo... Gracias por los "fanatismos". El literario es uno de los pocos que se agradecen. :-). Por cierto, ¿cuándo se hace la matrícula este año???.
holaaa, qué alegría q seas tú!!
mira,si aprobaste todo en febrero y junio: día 11/09 a las 9:00
si tienes alguna para septiembre: día 30/09 a las 9:00(si quieres hacerla en secretaría).
Si quieres hacerla por internet:día28/09. Te dejo el link por si lo quieres ver: http://www.ucm.es/centros/webs/ffilo/index.php?tp=Plazos%20de%20matrícula&a=alumnos&d=8580.php
por cierto, te vas a coger ste año teatro del siglo xx con nuestro querido M. A.??
bess
Es curioso lo de las orejas. Casi todas las abuelas tienen los lóbulos así, caídos, anchos, feos. Y una vez fueron hermosas orejas que sostenían largos y pesados pendientes.
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