TERMINAL F - fragmento del diario de abril 2010 -
Nuestro país es esa delgada orilla donde hemos sido arrojados. Jean-Paul de Dadelsen Jonas
A la Terminal F del aeropuerto de Moscú siempre se puede entrar.
A pesar de las cenizas volcánicas en los cielos europeos.
De los cientos de pasajeros atrapados en su interior desde hace días.
Por encima de las restricciones europeas, de las mujeres y los niños, del imprescindible visado para pisar suelo moscovita.
A la Terminal F del aeropuerto de Moscú siempre se puede entrar.
Por eso nosotras pasamos allí 24 horas eternas, sin equipaje, sin cama, sin utensilios de higiene, sin alfabeto legible en la prensa y sin acceso a la ciudad. Que perdíamos el enlace a Bangkok era una certeza existente ya desde Madrid, pero no impidió a las azafatas (de costumbres animal doméstico like: rollizas, mansas y, de haber estado en La India, sagradas) de la compañía rusa Aeroflot (¿Aero - Fat? ; ¿Aero - Red?), embarcarnos en el avion rumbo a Auschwitz.
La Terminal F del principal aeropuerto de la antigua Unión Soviética es uno de los círculos del Infierno de Dante: en él vagan madres con bebes que ya no lloran, maridos cuyas mujeres fueron enviadas fuera por embajadas que después no pueden encontrarlos, familias desmembradas (Los otros estan en un hotel. Se los llevaron ) en perpetuo tránsito por los pasillo helados, grupos enteros a punto de amotinarse tras su tercera noche en ese indescriptible bucle espacio-tiempo, donde la gente habla ya de una epoca pasada de esta alucinante Operación Hacinamiento; como si ya hubiera veteranos habitando desde años este gigantesco no-lugar)...
Primo Levi se pregunta en su libro Si esto es un hombre que hace falta quitarle a una persona para que deje de serlo: ¿su ropa (nos prohibieron el acceso a nuestros equipajes)?; ¿su derecho a estar limpio (carecíamos incluso de tampones o pañales)?; ¿su comida y su agua (tras 3 horas de espera y gritos inútiles te obsequiaban con un vale por valor de 15 euros; en Rusia equivale a un café y una magdalena)?; ¿su derecho a deambular libremente (la Embajada no reconoció el concepto Visado de Emergencia. No realizó ningún trámite excepcional ante la excepcional situación que empeoraba por momentos; no agilizó la burro-cracia ni financió ningún documento entre los afectados) ?
Quizá con esto no es suficiente: además hace falta privar al individuo de toda intimidad (éramos cientos durmiendo en ese suelo-de-nadie en el que continuaban aterrizando aviones, como una lluvia helada), de toda sensación de salud y bienestar físico (se negaron a apagar el aire acondicionado y no distribuyeron mantas ni abrigo) y de toda expectativa (la ausencia de informacion era total. Nunca entendí más, ni mejor, la labor del periodista).
Yo tuve suerte y un billete al paraiso. La última imagen que conservo es la de un representate de la Embajada Británica separando un grupo de pasajeros que llevaba 4 días encerrado. Estaba clasificándolos en Vulnerables y No Vulnerables. Sólo los primeros podrían ir a dormir a un hotel.
Las compañías de vuelo declinan toda responsabilidad.
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