DESPUÉS DEL DESEO
Querido Gorka: Acabo de volver de ti. Hace unas horas que ya no existen ni siquiera te presentía, y ahora tu certeza me mece lenta y quieta.
Querido Gorka: No estoy segura de saber escribir tu nombre ni tu cara. Tu cama me trae la calma de los lugares sin promesas. Tu historia se asoma a mi vida casi con violencia, y me cuesta hacerle un hueco entre mis pertenencias, entre las cosas que llevo a los viajes, entre los secretos. Te plasmé ya una vez en un cuaderno abierto en una playa en la que nunca he estado, y a veces te abro en la oscuridad y te releo desde la distancia para saberte mío, porque incluso aquella noche se me hizo difícil vivirte.
Gorka, querido Gorka: acojo sólo la parte de tu presencia que atisbo, y la moldeo. Ya sé que es jugar con ventaja. Ya sé que es jugar con mentiras. Ya sé que es jugar. Escojo las cinco letras que te llaman. Escojo la forma en que te acuestas: suficientemente cerca para concernirme; suficientemente lejos para no tocarme. Escojo nuestro encuentro justo antes del deseo, ya sabiendo.
Querido Gorka: siempre explícitamente ausente. Después de ti quiero lamerme las puntas de los dedos, los nudillos, antebrazos, codos; los trocitos de escápula que cuelgan del hombro. Quiero tenderme boca arriba con las palmas extendidas hacía el techo y los ojos mirando al centro de mí misma. Quiero pedirte como se piden los deseos.
Querido Gorka: Cada vez que te pienso acabas de irte.
Querido Gorka: No estoy segura de saber escribir tu nombre ni tu cara. Tu cama me trae la calma de los lugares sin promesas. Tu historia se asoma a mi vida casi con violencia, y me cuesta hacerle un hueco entre mis pertenencias, entre las cosas que llevo a los viajes, entre los secretos. Te plasmé ya una vez en un cuaderno abierto en una playa en la que nunca he estado, y a veces te abro en la oscuridad y te releo desde la distancia para saberte mío, porque incluso aquella noche se me hizo difícil vivirte.
Gorka, querido Gorka: acojo sólo la parte de tu presencia que atisbo, y la moldeo. Ya sé que es jugar con ventaja. Ya sé que es jugar con mentiras. Ya sé que es jugar. Escojo las cinco letras que te llaman. Escojo la forma en que te acuestas: suficientemente cerca para concernirme; suficientemente lejos para no tocarme. Escojo nuestro encuentro justo antes del deseo, ya sabiendo.
Querido Gorka: siempre explícitamente ausente. Después de ti quiero lamerme las puntas de los dedos, los nudillos, antebrazos, codos; los trocitos de escápula que cuelgan del hombro. Quiero tenderme boca arriba con las palmas extendidas hacía el techo y los ojos mirando al centro de mí misma. Quiero pedirte como se piden los deseos.
Querido Gorka: Cada vez que te pienso acabas de irte.
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