EL BINOMIO FANTÁSTICO: AZUL Y EXASPERACIÓN.
Observó con exasperación la raya azul que arañaba el fondo blanco inmaculado del test de embarazo. Parpadeó varias veces. Aquella línea continuó acusándola como la boca de un buzón en el que nunca se echan cartas. Positivo. Claudia sentada. Claudia sentada desnuda. Claudia sentada desnuda en el suelo del baño. Los segundos, los minutos y las horas se le colgaron del pelo mojado. Empleó toda la vida en incorporarse. Se lavó los dientes mirando a la desconocida que la imitaba en el espejo. Pensó en vestirse, pero la ropa pesaba demasiado. Cuando salió al pasillo sólo llevaba puesta el agua. Desde el salón, a años luz de distancia, llegó el sonido de unos pasos que se apresuraban. De golpe, como si el dueño de los pies hubiera recordado algo, su velocidad disminuyó hasta hacerse políticamente correcta. Los pasos se convirtieron en pies. Los pies en preguntas.
“Negativo” -dijo Claudia- “Como siempre”.
El cuerpo, al contrario que las palabras de David, no intentó disimular una decepción que se había convertido en rutina hacía tiempo. Volver al salón. Encender la tele. Fingir que la veían. Todo un ritual que Claudia y David agradecían en silencio. Ella, desnuda por fuera, se sorprendió pensando que era quizá el único vestigio de complicidad que quedaba en su matrimonio. Allí, sentada en el sillón y unida a su marido sólo por un falso intento de concebir, se sentía como un calcetín al que tienden con otro distinto para ahorrar una pinza. Unidos al azar en la cuerda verde que cuelga de la vida como una sonrisa burlona, esperando reencontrarse con su auténtica mitad en el cajón. Ella, vestida sólo por dentro, sabía que ya no eran más que una pareja desparejada. Y no iba a permitir que nada retrasará la mano que los descolgaría por fin.
Claudia escucha el silencio de las palabras no dichas, y se imagina atreviéndose. Girar el cuello, abrir la boca y cambiar su vida. Ponerle sonido a esa película muda que lleva años proyectándose entre los dos. Se ve haciendo las maletas. Se ve llamando a alguien, el mismo alguien sin cara que viene a recogerla horas después y le ofrece un sofá en un salón que no reconoce. Se ve viajando al pasado sin echarlo de menos. Se ve en otro baño, mirando otro azul sobre fondo blanco. Se ve...y ambas Claudias sonríen. Cuéntaselo ahora, le dice aquella a la mujer sentada en un presente gris. Dile cuantos bebés no han nacido esperando a que tú encontraras valor para dejarlo todo. Dile que cada vez que pones fin a un embarazo en silencio sientes que la pinza se afloja un poco más. Dile que ya sabes que la vida es ahora...pero que ahora acaba siendo siempre después.
David escucha el silencio de las palabras no dichas, y se imagina atreviéndose. Aún está digiriendo el alivio que le ha causado la noticia. Le cuesta creer que el destino continúe dándole plazo tras plazo antes de convertir la situación en irreversible. El mismo desconoce la razón que le indujo a sugerirle a Claudia que tuvieran un hijo. Sólo recuerda que se arrepintió casi al instante. Alguien le dijo que la vida es eso que te pasa mientras haces otras cosas. Ahora, en el sofá empapado por una mujer que ya no reconoce como suya, imagina. Se ve saliendo de casa y cerrando tras de sí la puerta...del descansillo y de tantos sitios. Se ve amando otros cuerpos sin tener que esconderlo, como lleva años haciendo. Se atreve incluso a verse vistiendo de otro modo, sentado en el despacho que cree merecerse. Se ve...y calla.
Se hace de noche en una ciudad cualquiera, donde una pareja se acuesta dejando olvidada una raya azul en el baño. Dos sombras que podrían ser las de ustedes, cerrando unos ojos que llevan mucho tiempo sin abrirse. Una mano que se alza y apaga con un botón tantas cosas. Dos mentes que antes de dormirse se preguntan en silencio que será ese algo que flota en el aire de todos los días. Una vida que pasa.
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