Como te lo cuento:: March 2010

Wednesday, March 17, 2010

CASA DE MUÑECAS




La fachada se hundió sin molestar a nadie.

No tocó siquiera la parte de la mesa donde la familia del tercero ya había servido el café, ni el lado de la cama donde Jimena acababa de tumbarse a leer el diario de su amiga Clara, ni la pared del comedor que la abuela Lola había forrado con cien copias de la esquela de la amante de su marido.
Todo el apartamento de Ana desapareció, excepto la bañera de mármol con el agua aún caliente y las sales perfumadas del fondo disfrazadas de arena de playa.
En el cuarto de la mujer triste se mantuvo intacta la ventana que daba a la fábrica de colchones, donde pasaba las tardes inmóvil mirando al monstruo escupir sin descanso camas anónimas.
La carta de Nicolás, cubierta de polvo azul, siguió esperando sobre el escritorio de roble, con su anillo de pedida escondido entre el papel desgastado.
El transistor de María La Sorda permaneció en algún rincón suspendido sobre los escombros y ese día el cielo llovió nocturnos de piano hasta el amanecer.
Quedaron los armarios sin puerta con sus uniformes de colegio suspendidos en el aire.
Quedaron las chisteras del mago del quinto con tres conejos blancos husmeando el abismo.
Quedó la cuna de Teresita meciéndose a la altura de las primeras hojas del olmo grande.
Quedó el reloj de cuco traído por algún pariente suizo rápidamente olvidado, dando las horas exactas.
Quedó la pizarra y quedó cien veces escrito el castigo de tiza.
Quedó el canario en su jaula sin sentido.
Quedó el muro negro de la cámara oscura bañado de luz.
Quedó la alcoba con su cama deshecha después del amor, expuesta a la calle llena.
La gente se acercó al ruido y justo antes del gran silencio, vio caer los cuadros que tapaban secretos, enfrentando así decenas de cajas fuertes a su primer horizonte.


Pasó cuando yo era muy pequeña, justo en la esquina. Como si fuera de muñecas, como si fuera de mentira, la casa entera se abrió y todos pudimos verla.